“Soy de Cumaná, me gusta cantar el ritmo sabroso y puro… lara la lara la ra”…a todos nos gusta cantar cuando estamos pequeños, pero que el canto o la dirección coral sea un hecho cuando seamos adultos es otra historia.
Como historia tiene sus capítulos. Cada capítulo tiene su “ritmo” y su "tiempo”. Entonces, debemos ocupar los espacios y las líneas del “pentagrama” de nuestra vida con una formación musical. Hay que aprender. Cantar y dirigir bien sería el capítulo más esperado.
Pero la historia debe tener su armadura, su “Armadura de clave”. ¡Con esta se nace! ¿Cómo saber que hemos nacido con ella? Nos observamos con sinceridad, con honestidad. ¿Nos invade el ego?, vamos a meditar. Un poco de yoga, ¿tai-xí?
Cuando la “Armadura” está presente en nuestro interior, late con los “silencios” de su pentagrama vacío. Es humilde, simple, sencilla y agradecida. No espera fama ni éxitos. Solo espera figuritas que recoge cual niña feliz colocándolas en su libreta vacía, dándoles así valor y convirtiéndolas en sus más preciadas “notas”.
Una inspiración de alegría imprime el trazado del primer compás de nuestro pentagrama interno. El ritmo de la vida nos va dando más y más figuritas: redonditas, blancas, negritas.... Nuestros compases aumentan cada vez más. Suena y suena nuestro interior. Late un sentir, Una melodía.
Esa melodía nos implica en la gigantesca vibración cósmica. ¡No somos los únicos!. El Dios Solar de la Danza Cósmica gira y gira emitiendo las notas que armonizarán la melodía que está en nuestro pentagrama interno.
¡Hemos nacido con armadura interna!
El Dios Solar Danzante toma las “modulaciones tonales” de nuestra vida, sus “apoyaturas”, sus cambios de “ritmo”… y convierte nuestra melodía interna en una hermosa sinfonía, o una sonata, o una cantata, o una poesía…. que nos mantiene vibrantes en este espacio cósmico del universo.
Pero este, es otro capítulo de la historia. ¿Interesante? ¡Muchísimo!
Carmencita moreno